domingo, 31 de agosto de 2008

Comenzando el Camino

by Sid

Recuerdo la historia que un día me contó mi maestro zen:

Dizang le preguntó a Fayan: — ¿A dónde vas?
Fayan respondió: —En un peregrinaje.
Dizang volvió a preguntar: — ¿Cuál es el objetivo de peregrinar?
Fayan contestó: —No lo sé.
Dizang aseveró: —No saber es más íntimo.

Años después, aún no entiendo un pijo de la historia esta. Así, que allá voy, a comenzar mi peregrinaje pero sin tener ni puta idea de para qué. Y "ganando una intimidad" que tampoco entiendo muy bien con quién ni para qué, pero que si lo dijo mi maestro zen debe ser bueno. Creo que hoy dedicaré el día a intentar entenderlo, me gustaría comenzar con un grado de armonía mayor que el que tengo después de intentar entender la historia de mi puñetero maestro zen.


by O'Neal

21:00 Informe de Sema O'Neal sobre las actividades diarias. He llegado al mediodía y por tanto he comenzado a caminar tarde. He planificado la primera etapa para que sea sólo de calentamiento, con sólo 10 Km. Por tanto, no la considero representativa, aunque sí he podido sentir que tanto mi preparación física y mental como la elección del contenido para mi mochila han sido los adecuados. A partir de mañana me marcaré un ritmo que pueda ir siguiendo de forma constante durante los distintos días y daré más detalle en mis informes.


by JB

Al final ayer por la noche me lié un poco, ya se sabe, risas por aquí, risas por allá y cuando uno quiere darse cuenta ya son las 6:30 y uno va pedo perdido. Teniendo en cuenta que tenía que levantarme a las 8 para coger el autobús, decidí no dormir e ir directamente al autobús. No era mala idea teniendo en cuenta el nivel etílico que tenía cuando la tomé, pero el caso es que me quedé dormido en la estación y he perdido el autobús, jeje. Bueno, voy a coger otro que sale de noche, ahora a las... ¡oooops, que llego tarde otra vez!. ¡Ya escribo el próximo día! (¡si consigo llegar!).


by Pijus

Una curiosa sucesión de acontecimientos ha marcado mi primer día. Mi primera queja es sobre el estado del camino en sí, no me parece normal que en el siglo XXI todavía haya que recorrer caminos de tierra y piedras repletos de cuestas. ¿Es que no saben que hace siglos que se asfaltan los caminos?. Inadmisible.

Pero es peor aún, ¡el camino está repleto de apestosas moñigas de vaca!. Decidí sacar de mi maleta uno de los ambientadores que había traido, una exquisita mezcla de olor a eau de lavanda y esencias del bosque. En la primera cuesta el ambientador acabó en el lugar del que procede, es decir, rodando por el monte a tomar por culo. De igual forma que mi maleta y, debo reconocer, yo mismo, yendo a caer con la nariz sobre una moñiga.

"El camino pone a prueba tu capacidad de sufrimiento, Pijus", pensé, así que, una vez superada mi frustración con unas horas de concentración (y muchas lágrimas, lo reconozco), estudié mis opciones. O mejor dicho, intenté estudiarlas, porque el sol pegaba fuerte y creo que me estaba empezando a salir humo de la cabeza. Supongo que debería haberme traído un gorro o algo así. El caso es que decidí, con mucho dolor de mi sacre coeur, dejar en el camino el camping-gas que había llevado, esperando que así la maleta fuera más fácil de llevar.

Cuatro cuestas después, junto a sus correspondientes caídas rodando indignamente por el suelo y la sufrida elección de otro objeto indispensable para dejar abandonado, un peregrino se paró a ayudarme. Le expliqué mi situación y me ofreció un teléfono con el que ¡¡¡recogían mi maleta en coche y la llevaban al siguiente albergue por sólo 7€!!!. Diría que el peregrino había sido amable conmigo si no fuera por sus insistentes risas, que no sé muy bien a qué se debían.

Después de este golpe de suerte (por fin el Camino empezaba a demostrarme síntomas de civilización y modernidad), el resto de la etapa la hice por tanto caminando sin mi maleta. Bueno, en realidad no hice la etapa completa de 22 Km. que indicaban en los libros, sino que hice 3 Km. Al fin y al cabo no tenía tanta prisa por llegar a Santiago, y mi cuerpo estaba empezando a dolerme en partes que no sabía ni que existían.

Desistí de quedarme a dormir en un albergue. Me bastó echar un vistazo para horrorizarme hasta límites insospechados. Montones de literas apiñadas, ¡como si estuviéramos en una cárcel!. ¡Y no tenía ningún armario donde poner la ropa!. Además la sala no estaba convenientemente aromatizada, opino que algunos ambientadores hubieran ayudado sobremanera.

Viendo el poco respeto que se le dedica a los peregrinos en estos sitios, me fui a un hotel cercano de 4 estrellas y me hospedé allí. Al mirarme en el espejo, después de comprobar una y otra vez que la luz tenía un tono neutro, comprendí por qué me picaba todo tanto... ¡estaba colorado tipo cangrejil, como uno de esos horrorosos guiris de la playa!. Debo reconocer que quizá pequé de incauto al no llevar ninguna crema de protección solar al camino, pero pensé que si no iba a tomar el sol no tendría por qué necesitarlas.

Y no sólo eso, ¡tanto en la espalda como en el pecho se me había irritado y pelado la piel por el sudor en la zona de la mochila!.

...

¡¡¡Y eso que no llevo mochila!!!.

Sin embargo, lo peor fue al quitarme las zapatillas. Mis pies estaban hinchados y llenos de ampollas. Ya que era un viaje de vacaciones, no se me había ocurrido llevar nada que se pareciera ni remotamente a un botiquín. Tampoco tuve en cuenta ese consejo absurdo que suelen dar a los peregrinos... ¿llevar zapatillas usadas al Camino?, ¿gastadas y sucias?. Me gusta ir siempre flamante, así que, como es natural, llevé unas recién compradas.

He pensado que no será para tanto. Mañana será otro día y sin duda estaré mejor, así que me voy a acostar y cuando me levante continuaré mi camino. Eso sí, todo esto me parece inadmisible... ¡como encuentre a uno de los encargados del Camino se va a enterar!, ¡le pienso pedir el libro de reclamaciones y les va a caer un puro de tal calibre que no olvidarán el nombre de Pijus en toda su vida!. He dicho.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta historia empieza a cobrar forma. Me muero por conocer los siguientes capítulos. Yo, también, he dicho. Abrazos. Pere Grino Dani.

Anónimo dijo...

Tienes que poner un capítulo en el que relaciones los personajes con las personas que has conocido o incluso desconocido... O mejor, me lo envías sólo a mí. Abrazos Pere Grino Dani